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Complejo Debate

Por Carlos A. Hernández Rivera

Septiembre 26, 2025 03:00 a.m.

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El asesinato de Charlie Kirk, figura central del conservadurismo estadounidense, ha generado una ola de reacciones encontradas que retratan con crudeza la fractura política y social que atraviesa Estados Unidos. Ante ello, me resulta grato compartir líneas con mi alumna de derecho Grace Delgadillo, quien nos da muestra de su talento crítico en esta interesante reflexión.

[“”] Según los reportes difundidos por medios confiables, Kirk perdió la vida el 10 de septiembre durante un evento en la Universidad del Valle de Utah. La noticia, más allá de la tragedia humana, abrió un debate incómodo: ¿qué significa defender la libertad de expresión en un país que, ante los extremos políticos, parece cada vez más incapaz de escuchar al otro?

La reacción mediática ha sido reveladora. ABC suspendió temporalmente el programa nocturno de Jimmy Kimmel luego de comentarios sobre el asesinato, y aunque después levantó la medida, la señal ya estaba dada: existe un terreno minado entre informar, opinar y no cruzar las líneas impuestas por la polarización. Que cadenas como Nexstar y Sinclair decidieran no transmitir su regreso muestra hasta qué punto los medios, lejos de ser árbitros neutrales, son actores dentro de la contienda política.

En este contexto, resulta comprensible la lectura que algunos jóvenes expresan: los republicanos, por primera vez en años, sienten el impacto del clima de odio que ellos mismos alimentaron con discursos extremos. Del otro lado, los demócratas se ven empujados a radicalizar aún más sus posturas, alejando cualquier posibilidad de consenso. Es una espiral donde cada tragedia no acerca, sino que profundiza la distancia.

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Pero sería injusto pedir a las comunidades que han soportado décadas de opresión que lamenten con la misma intensidad la muerte de uno de los rostros más visibles del partido rojo. Al mismo tiempo, celebrar un hecho violento resulta éticamente inaceptable: al final del día, Kirk era una persona, con ideas con las que se podía discrepar, pero una vida que no debió perderse de forma violenta. El asesinato, en lugar de fortalecer un debate democrático, erosiona aún más la posibilidad de una sociedad plural.

Lo verdaderamente alarmante es la deriva hacia la censura. Si un país que ondea la bandera de la “libertad ante todo” es capaz de retirar del aire a conductores que expresan opiniones incómodas, el mensaje es claro: la libertad se defiende solo cuando conviene. Esa doble moral es peligrosa, porque normaliza la idea de que las voces críticas deben ser silenciadas en lugar de ser confrontadas con argumentos.

Hoy, más que nunca, Estados Unidos enfrenta un espejo incómodo. El asesinato de Charlie Kirk es una tragedia que no debería trivializarse ni celebrarse, pero tampoco debe servir de excusa para callar el disenso. Si la democracia se construye en la pluralidad, el verdadero homenaje a las víctimas de la violencia política debería ser garantizar que ninguna voz —por incómoda que parezca— sea arrancada del espacio público.

Las y los espero con el gusto de siempre el próximo viernes.

carloshernandezyabogados@gmail.com