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SOBRESALTOS

Por Juan José Rodríguez

Noviembre 13, 2025 03:00 a.m.

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Hace ya buen rato que vivimos entre sobresaltos. Primero, el gobierno del Estado y la Universidad entran en ruta de choque, perfectamente evitable, pero ahí siguen. Luego, un ataque sexual en la facultad de Derecho desborda los ánimos y centenares de jóvenes universitarios salen a la calle y desquician la ciudad (lo que les sirvió para mostrar músculo y ensayar movilización). Después, el fin de semana el diputado morenista Carlos Arreola nos pone los pelos de punta al revelarse una iniciativa suya para facilitarle al Ejecutivo y a los ayuntamientos endeudarse por más de 13 mil millones de pesos, y al amanecer del sábado es asesinado un joven estudiante de postgrado de la facultad de Estomatología de la UASLP para robarle su automóvil.

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Con el permiso de ustedes, quisiera abordar primero y con la extensión necesaria el caso del joven Jorge Eduardo Dávila Ramírez, quien era un buen estudiante, un buen hijo y un buen compañero, todo lo cual hace más difícil procesar su asesinato. Más adelante en este mismo espacio abordaré otros de los sobresaltos mencionados. 

No encuentro razones para sumarme a las teorías conspiranoicas que se han tejido en torno a este lamentable suceso. En razón de ello, he preferido abordarlo en aspectos que me parecen más útiles, por aleccionadores, basándome para hacerlo en mis propias indagaciones y consultas con expertos en la materia. 

Lo primero que me llamó la atención es la coincidente afirmación de que los probables responsables del asalto y homicidio son integrantes de una banda de ladrones de automóviles, que lleva buen tiempo operando en esta ciudad y que integran tanto delincuentes locales como foráneos. Han cometido un cierto número de despojos de vehículos de diversos tipos, mismos que luego son enviados al norte del país, donde los remarcan y dotan de documentos apócrifos muy bien falsificados.

Se identifican los casos atribuibles a ese grupo porque tienen ciertas características: no roban autos estacionados; despojan de ellos a sus dueños mediante amenazas con pistola. El empleo de mayor o menor violencia depende del grado de resistencia de los conductores. En el listado de sus posibles víctimas lo mismo hay hombres que mujeres, de jóvenes a adultos mayores, y no se concentran en una determinada zona de la ciudad.

Dado el aparente amplio nivel de conocimiento que tienen nuestras corporaciones policíacas de los probables asaltantes y ahora homicidas, la pregunta obligada es por qué no han sido frenados. La respuesta es dual: nunca habían asesinado o lesionado de gravedad a ninguna de sus víctimas, y son de los que “se reportan” con los encargados de combatirlos. Estos, a su vez, los protegen o toleran con la condición de que no derramen sangre.

¿Qué pudo haber ocurrido en el caso de Jorge Eduardo? pregunté a uno de mis interlocutores. Hay dos posibilidades principales, me respondió, que el joven haya opuesto resistencia o que sus asaltantes, por lo menos uno de ellos, haya consumido droga de más o de mala calidad. 

Una gran mayoría de los delincuentes de ese tipo son adictos y físicamente débiles, pero se enfrentan con cualquier posible víctima por corpulenta que sea, primero porque andan drogados y, segundo, porque van armados.

Reproduzco ahora un pronóstico de experto: Si la policía quiere, los van a detener pronto. Los conocen, saben quiénes son o por lo menos tienen sus perfiles e idea de dónde se esconden. Es más, habiendo cometido un asesinato que “calienta” la plaza a toda la banda y la pone en huida, no es remoto que alguno de sus cabecillas los entregue “para enfriar la plaza” y poder volver a las andadas.

En el transcurso de mis pláticas para esta columna, escuché puntos de vista a cual más de interesantes. Me detengo en uno de ellos: En estos tiempos, la mejor inversión que se puede hacer en materia de seguridad es en cámaras de vigilancia en las calles; darle un buen mantenimiento a las existentes y reponer las defectuosas; capacitar de veras bien a lo monitoristas que son quienes las observan para detectar cualquier actividad sospechosa o para trazar la ruta de cualquier vehículo o individuo.

Nuestro C5i2 (Centro de Coordinación, Control, Comando, Comunicación y Cómputo, e información e inteligencia) es relativamente nuevo y está razonablemente bien equipado, pero no ha tenido suficiente presupuesto para mantenimiento y reposición de equipos, por lo que parte de éstos se encuentran fuera de servicio.

Los conocedores que me insistieron en este punto, argumentan con énfasis que buenas y abundantes cámaras debidamente monitoreadas por personal experto, son una forma eficaz y no excesivamente cara para combatir la delincuencia y mejorar la seguridad pública en general.

“Está bien que se gaste en patrullas, motocicletas, armamento y hasta helicópteros, nada sobra, pero si una parte de esa inversión se reorienta a instalar más cámaras, con sus equipos y personal de monitoreo, los índices de seguridad van a mejorar notablemente y en plazos no muy largos”, me insistió mi consultor.

Me dijeron también que no se sabe a ciencia cierta cuántas cámaras de vigilancia hay instaladas en la zona urbana, porque es un dato que se guarda con la mayor reserva. Hay sobre todo de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, de sus similares de los municipios conurbados y algunas estratégicas de corporaciones federales. Lo que tampoco se sabe es cuantas cámaras particulares hay instaladas, comerciales o residenciales, pero deberían estar debidamente censadas y ubicadas, para poder acudir a ellas en casos no cubiertos por las gubernamentales.

Como un argumento más a favor de aumentar el número de cámaras callejeras y mejorar la capacidad de sus monitoristas, los apóstoles de este recurso me hicieron notar que en la Ciudad de México, cuyos niveles de seguridad son de los más altos del país no obstante ser una urbe de casi 10 millones de habitantes, un gran porcentaje de los delitos que se resuelven es con el apoyo de sus muy abundantes cámaras, tanto oficiales como particulares.

Me platicaron de casos concretos en que delincuentes capturados en flagrancia pudieron recuperar su libertad rápidamente porque sus abogados recurrieron a cámaras de vigilancia para demostrar que el reporte policial estaba mal en cuanto a horario o lugar. Es decir, al parecer las aprovechan más los malos que los buenos.

COMPRIMIDOS

Hasta ayer miércoles a mediodía las autoridades universitarias no tenían la seguridad de recibir el dinero que les debe el gobierno a más tardar mañana viernes 14, pero no se mostraban muy pesimistas que digamos. No sé si es porque saben algo que nosotros no sabemos o porque confían en el triunfo de la racionalidad. Más bien creo que hay motivos para el optimismo. El gobierno va a pagar. Metió ruido un artículo transitorio del decreto aprobado el martes por el Congreso del Estado, según el cual el Ejecutivo dispone hasta de 20 días hábiles para hacer las erogaciones extraordinarias, lo que eventualmente enviaría a mediados de diciembre el cumplimiento del compromiso con la UASLP. Se trata de un plazo optativo, no obligatorio. Al respecto, la rectoría se concretó a un sibilino anuncio: pague o no pague el gobierno, el Consejo Directivo Universitario se reúne el martes próximo y será quien tome las decisiones necesarias. Es decir, entiendo yo, Zermeño está mandando avisar que la reacción institucional ante el incumplimiento ya no sería de la rectoría a su cargo sino del CDU que tiene un rango jerárquico superior y está integrado por 60 personas. O séase…

Por cierto, todavía el lunes en los pasillos de la Secretaría de Finanzas corrió el dato/chisme de que se había ofrecido a la Universidad liquidar el adeudo de 200 y pico de millones de pesos mediante un pagaré, firmado hasta por el gobernador si era necesario. Esto, para que la Casa de Estudios fuera a un banco a “descontarlo” (así se dice en la jerga bancaria) y obtuviera su dinero, haciéndose cargo el gobierno de los intereses y comisiones del caso. La respuesta fue muy breve y sencilla: La normatividad interna de la UASLP le prohíbe contraer deuda. Aunque con el descuento del pagaré el deudor ante el banco sería el gobierno, el Alma Mater tendría que firmar como deudor solidario, y eso se lo impide su legislación.

En la Universidad aparecen de vez en cuando pronunciamientos suscritos con las siglas FEI, que al parecer quieren decir Frente Estudiantil Independiente. Hasta dónde pude saber, es un grupo no muy numeroso, pero bastante radical, asentado en la Facultad de Contaduría. El sábado hizo circular en redes un texto, alusivo al asesinato de Jorge Eduardo, en términos muy duros contra el gobierno del estado y su titular Ricardo Gallardo Cardona. Me recordó aquel primer video que difundió Gerardo Sánchez Zumaya, antes de que lo aplacaran. A qué voy: a que la temperatura está subiendo.

Lo estuve pensando bien y les quiero decir que si la decisión fuera mía, yo sí aceptaría que el IFSE de Lecourtois auditara a fondo los ingresos propios de la UASLP, con una sola contraprestación: que contratara un equipo de auditores avezados de la Autónoma y los mandara a auditar la Seduvop, la Fenapo, la Arena Potosí y los gastos de los campeonatos nacionales charros. Nomás para ver si como roncan duermen o para ver si dejan de andar de payasos. Luz de la calle y obscuridad de su casa, decían en el barrio.

Como diría Andy Warhol, Carlos Arreola Mallol ya consiguió sus 15 minutos de fama. No necesariamente buena. El extraño, confuso y laberintico asunto que ha protagonizado estos últimos días es también revelador, ilustrativo y aleccionador. Me parece que el primer apartado no requiere mayores explicaciones, pero me detengo un poco en el segundo: revelador, porque hace obvio que el joven diputado morenista no sabe que en política se regresa de todo, hasta de la cárcel, menos del ridículo. Aleccionador, para que nos vayamos olvidando de la idea de que en Morena hay unidad, coherencia, cohesión, respeto a las jerarquías y un mínimo de orden. Por lo menos aquí en San Luis, está convertido en un partido Montessori, e ilustrativo porque la defensa más sólida de Arreola la hizo ese prócer de la política mexicana que nos honra con andar por aquí de arrimado y arribista, cuyo nombre si mal no recuerdo es Héctor y su apellido Serrano.

A mi querido Pingo, le mando en público el abrazo solidario y afectuoso que ya le mandé en privado, y le reitero lo dicho: son puros pájaros nalgones corridos de sus parvadas, que andan en la pepena por estos rumbos.

Hasta el próximo jueves.