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ENTRE MAPAS Y MEMORIAS

Por Redacción

Octubre 25, 2025 03:00 a.m.

A

Después de años entre las artes, la docencia y la gestión cultural —en el IPBA, la Dirección de Turismo y en aulas del Tec de Monterrey y la Universidad Politécnica—, de las letras y la escritura de esta columna, descubrí que una de mis mayores verdaderas pasiones siempre había estado conmigo: viajar. Y hoy en día, dedico gran parte de mi tiempo a diseñar viajes a la medida junto a un gran equipo, seguramente gracias a la influencia más clara de mi padre. Él fue un viajero incansable. Lo veía explorar nuevos destinos armado solo con mapas en papel, guías Michelin y una curiosidad infinita estudiando cada destino, su historia, su lengua y su cultura. No sé en qué momento de su vida en la primera mitad del S XX, aprendió varios idiomas, pero cada lugar que visitaba se desenvolvía con gran entusiasmo. Solía viajar con mi madre y, a veces, con alguno de nosotros, sus ocho hijos, llevándonos siempre que le fue posible. Mis primeros recuerdos son las playas mexicanas, destinos de infancia donde descubrí la belleza y la furia del mar siempre acompañado de su mano desafiando cada ola que parecía infinita; ahí aprendí lo que era mirar el horizonte con fascinación. Más tarde, me llevó a conocer Europa; al llegar a Alemania su interés cobraba un tono distinto: buscar en los directorios apellidos que coincidieran con el de mi abuela materna, con la esperanza —en tiempos sin internet— de hallar a la rama familiar perdida que entonces no encontramos. Cada uno de sus viajes era minucioso: rutas, horarios, recorridos. Todo estaba estudiado y previsto. Las maletas rígidas y pesadas regresaban repletas de recuerdos, de conversaciones, de postales que hoy son parte de mi memoria. Con el paso de los años comprendí que viajar no solo es moverse, sino hacerlo con propósito y con todos los sentidos despiertos. También descubrí algo que él intuía: que se viaja mejor cuando se hace con comodidad, con tiempo y con cada servicio previsto para poder disfrutar sin distracciones. Porque el verdadero lujo del viaje está en viajar sin apresurarse y sin pendientes, entregándose al asombro. Hoy mi brújula apunta hacia otro lado; quiero recorrer los caminos del Este: India, Japón, Vietnam, China y África. El próximo destino es India: entre diez y catorce noches que comienzan en Delhi y nos llevan por Jaipur, Udaipur, Agra y Mumbai, esa ciudad vibrante donde la arquitectura colonial convive con los templos y los rascacielos modernos. India seduce con su espiritualidad, su arte, su cocina y sus colores. Es una experiencia que se vive con la piel y con el alma. ¿Quién no querría contemplar el amanecer frente al Ganges, o sentarse en flor de loto ante una mesa colmada de especias y aromas? Cada templo, cada mirada, cada sonido parece recordarnos que la vida puede celebrarse en todo momento. Quizá por eso, por ese deseo de viajar con sentido, algunos destinos merecen vivirse de forma distinta: con calma, con todos los detalles cuidados y en buena compañía. Y si el destino lo permite, acompañados por un pequeño grupo de viajeros curiosos que, como yo, quieran seguir explorando el mundo… y también un poco de sí mismos. 

#martaoca #ViveViaja

 MARTHA OCAÑA