Marcas chinas dejan México y los consumidores quedan sin refacciones
Falta de regulación expone a consumidores tras el retiro de firmas como SEV.

La salida silenciosa de varias marcas chinas de autos ha comenzado a dejar a cientos de propietarios en un punto muerto: sin servicio, sin refacciones y sin soporte técnico para trámites tan básicos como renovar hologramas o acreditar el funcionamiento eléctrico de sus vehículos. Aunque México abrió la puerta a decenas de proyectos de origen chino en los últimos años, no existe una regulación que obligue a las empresas o importadores a garantizar atención mínima una vez que deciden retirarse del país.
Clausuran tienda de artículos chinos en zona centro
No contaba con la Licencia de Funcionamiento Municipal, informó la Dirección de Comercio

Uno de los casos más evidentes es SEV, firma de autos eléctricos que llegó a operar agencias en zonas clave de la Ciudad de México y el Estado de México, con modelos como el E-Nat, E-Tus, Friday y Friday 410.
Hoy, todas esas instalaciones están cerradas. Propietarios reportan que trámites simples se han vuelto imposibles: una clienta no pudo obtener la carta de buen funcionamiento eléctrico que exige la Secretaría de Movilidad, pues ninguna agencia contesta y los teléfonos están fuera de servicio.
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Especialistas señalan que el problema es estructural. México no obliga a las marcas a garantizar autopartes, servicio o documentación por un tiempo mínimo. Armando Soto, CEO de Kaso y Asociados, explica que esta situación deriva de la "apertura indiscriminada" de marcas chinas sin experiencia automotriz: algunas crearon redes formales, pero otras operaron como simples importadores. SEV, por ejemplo, era el brazo de electromovilidad de una empresa dedicada a paneles solares, no al sector automotriz.
La falta de reglas genera efectos visibles: escasez de refacciones, vehículos circulando en malas condiciones y el surgimiento de mercados negros que importan piezas de forma riesgosa. México ya lo vivió con el caso FAW, cuya salida dejó a miles de autos sin soporte, obligando a talleres independientes a improvisar soluciones.
El riesgo para el consumidor podría aumentar. La Secretaría de Economía analiza aplicar un arancel de hasta 50% a autos provenientes de países sin tratado de libre comercio, lo que encarecería los modelos importados desde China y presionaría a los proyectos más pequeños. Soto anticipa una reconfiguración del mercado donde las primeras en abandonar serán las marcas menos competitivas o sin estructura global. Empresas con presencia consolidada —como BYD, MG o GWM— podrían mantenerse, pero los importadores independientes difícilmente resistirán.
Incluso algunas que analizaban entrar ya se retiraron. La startup china Neta abrió oficina, contrató personal y anunció su llegada en 2024, pero canceló su lanzamiento y cerró operaciones antes de vender un solo vehículo.
El problema no solo es económico: también es reputacional. Cada salida abrupta reaviva el estigma que dejó FAW y complica los esfuerzos de marcas chinas establecidas por generar confianza. Para los consumidores, la situación es clara: trámites detenidos, servicios inexistentes y vehículos sin certificación eléctrica.
La retirada de estas marcas no solo revela un mercado abierto; revela también un vacío regulatorio donde la protección al consumidor avanza lento, y el costo del desorden recae directamente en quienes ya compraron un auto que ahora nadie quiere respaldar.
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